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Comunicación

¿Verdadero o Falso? 8 de junio. Día Mundial contra las Falsificaciones

VoF

Uno de los sectores en el que más impacto tiene el comercio de productos falsificados es el de la perfumería y cosmética (e higiene personal), al que se le suman otros productos como los alimenticios, farmacéuticos, artículos de cuero y bolsos, prendas de vestir y tejidos, calzado, joyería, equipos electrónicos y eléctricos, equipos ópticos, fotográficos y médicos, así como juguetes, juegos y material deportivo. Todos ellos son productos de uso ordinario y generalizado para los consumidores.

En el caso  de productos de cosmética e higiene personal, al tener un uso tópico, el riesgo de que estos, cuando son falsificados, puedan ocasionar un daño en nuestra salud es superior al de otro tipo de productos. Algunos estudios recientes, elaborados por los sectores falsificados, mencionan perfumes falsificados fabricados con alcoholes no aptos para uso tópico, con presencia de componentes tóxicos o pobreza de las fragancias. Pero no son solo estos los casos en los que ponemos en riesgo nuestra salud. Las autoridades policiales actuaron contra falsificaciones relacionadas con champús susceptibles de ocasionar quemaduras en el cuero cabelludo o maquinaría falsificada para su uso en tratamientos de cirugía estética.

Tratándose de falsificaciones, no hay productos inocuos aunque sean falsos. Tal fue el  caso de unos bolsos en cuya fabricación se había utilizado Cromo VI, incluido por la Comisión Europea en la lista de sustancias restringidas. Este, en contacto con la piel, puede ocasionar graves daños para la salud.

En el caso de la falsificación de productos de alimentación, en España estos casos no son frecuentes, y de producirse, no es un problema grave en materia de seguridad alimentaria, aunque sí puede serlo en cuanto a la calidad del producto, por la alteración de estos o la suplantación de las denominaciones de origen. Bien es cierto que pese a esa baja incidencia, sí se han detectado productos alimenticios falsos con alérgenos no declarados en el etiquetado, lo que puede ocasionar graves consecuencias para la salud de determinados colectivos de consumidores. Italia es el Estado miembro de la Unión Europea que más medios pone en la persecución de este tipo de delitos, disponiendo de una unidad especializada. En España, gracias a la cultura de las denominaciones de origen, de gran arraigo en la sociedad, la lucha contra este tipo de fraude es eficaz.

El falsificador se esconde en la red. La venta de productos falsos a través del comercio electrónico va en  aumento y, año a año, se incorporan nuevas fórmulas de venta online, similares a las  utilizadas en otros delitos cibernéticos: el uso de la deep web y el alojamiento en servidores situados en el extranjero (principalmente en los llamados paraísos informáticos), a los que resulta prácticamente imposible acceder por las autoridades policiales. Es preocupante que se abra camino, incluso, la compraventa de falsificaciones a través de las redes sociales, por ejemplo, grupos cerrados de Whatsapp, Instagram  o en plataformas de comercio electrónico, cuyo control no siempre es competencia de la Administración española. En algunas páginas web donde se venden falsificaciones, se producen también otros delitos cibernéticos: virus informáticos y malware presentes en las páginas web o el uso de los datos personales de los consumidores para otros fines distintos al de  la compra.

La solución a este problema, además de la concienciación del consumidor, pasa por bloquear aquellos dominios que ofrezcan falsificaciones. La detección se puede llevar a cabo a través de la Inteligencia Artificial, pero el cierre de páginas web supone un problema, especialmente cuando se encuentran alojadas fuera de España.

Se estima que 40.000 dominios presentan problemas de fraudes y estafas, incluida la venta de falsificaciones. La formación del consumidor, con información disponible para asegurar una navegación y compra segura por internet, es fundamental para evitar ser engañado. En el comercio electrónico cada vez es más frecuente que el consumidor reciba falsificaciones sin saberlo o que los productos sean diferentes de los que había comprado. Una forma de evitar que este sospeche de que se encuentra ante una falsificación es vender el producto a un precio es casi igual al del producto auténtico.

Pero, por otro lado, no es menos cierto que vivimos en la cultura de la inmediatez, del precio bajo y que algunos compradores adquieren marcas falsas para aparentar una mayor posición socioeconómica. En estos casos, el consumidor está renunciando voluntariamente a sus derechos: el derecho de garantía, de devolución del producto y el derecho a reclamar. Pero no sólo eso, también está asumiendo riesgos para su salud y seguridad cuando estos productos entran en contacto con la piel.

En ese contexto es importante la divulgación ya que la falta de información se traduce en falta de consciencia sobre las repercusiones asociadas a las falsificaciones: corrupción, fraude fiscal, explotación laboral, desempleo y riesgos para la salud y el medioambiente, entre otros.

 

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#VerdaderoOFalso #TuSeguridadAExamen

 

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