Pronto hará un año que estamos sufriendo las subidas del precio de la luz. Dejando atrás unos precios medios de entre 25 y 45 €/MWh, a finales de julio ya nos parecía inaudito que alcanzásemos los 100 €/MWh. Sin embargo, en lugar de tocar techo, la escalada de precios continúa y este martes se ha alcanzado un nuevo récord, por el que los consumidores están pagando hoy 545 €/MWh.
No parará ahí. En algunas puntas horarias se han superado los 700 €/MHh y se prevé que podamos alcanzar los mil euros si en los próximos días no se toman medidas o se reduce la tensión internacional provocada principalmente por la invasión rusa en Ucrania.
Frente a esta situación, desde la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) solicitamos al Gobierno:
– Tomar medidas urgentes que eviten que esta situación se refleje en mayores aumentos de la pobreza energética y empeore aún más la situación de los consumidores vulnerables.
– Es urgente cambiar cuanto antes la estructura de fijación de precios, tal y como le solicitamos a la Comisaria Europea de Energía, Kadri Simson, en una reunión el pasado 21 de febrero junto a otras organizaciones de consumidores. En plena transición energética, seguimos manteniendo unas reglas que no fueron diseñadas para el mix energético actual y que distorsionan de manera negativa los precios. Son los consumidores los que pagan esta distorsión.
– Mientras se realizan cambios de mayor calado en el sistema de fijación de precios, el Gobierno español debe presionar a la Comisión Europea para separar el gas del resto de tecnologías a la hora de fijar precios en el mercado mayorista. Aunque el ciclo combinado no representa la mayoría de energía que consumimos, dispara el precio de toda la energía despachada.
– Como alternativa, poner un tope al precio de la energía.
– Otra medida urgente es ir más allá del bono social y abordar desde la perspectiva del respeto a los Derechos Humanos el debate de la tarifa social, propuesta por diversas organizaciones. Esta tarifa debería garantizar la protección de las personas más vulnerables, creando un marco tarifario específico que permita que las familias reciban este trámite de forma automática, sin tener que realizar ninguna gestión compleja.
– Apostar por las energías renovables y la eficiencia energética. Esta es la mejor medida a medio y largo plazo para acabar con la dependencia del gas fósil en Europa, especialmente respecto a las importaciones de gas, el principal factor que influye en la crisis de precios actual.
– Es precisa la aceleración y expansión del despliegue renovable y la gestión de la demanda que permitan una mayor flexibilidad del sistema de energía de bajas emisiones. La propia Agencia Internacional de la Energía ha remitido un “plan de 10 puntos para reducir la dependencia de la Unión Europea del gas natural ruso” que podría disminuir al menos en un tercio nuestra dependencia y al mismo tiempo reducir emisiones.
