Ante los datos que se manejan: casi 30.000 muertes prematuras en España en 20131 – 428.000 muertes prematuras en Europa en 20142; cerca de 45.000 mill. de € en gastos por contaminación3, el 3,5% del PIB, y todo ello debido en gran parte al tráfico rodado, nos obliga a cambiar el modelo de movilidad en las grandes ciudades.
El cambio de vehículos que utilizan combustibles fósiles por el coche eléctrico como transporte privado disminuiría la contaminación, y nos parece un buen comienzo, sobre todo teniendo en cuenta que en muchas ciudades europeas se están tomando medidas contra el uso de vehículos de motores diesel y gasolina a medio plazo (2025-2030). Londres, Milán, París, Hamburgo. El alcalde de Londres está pidiendo adelantar la prohibición de vender vehículos diesel y gasolina a 2030 y, en Mallorca, donde está en estudio una ley que impida el desembarco de vehículos con motor de gasoil, ya se han tomado medidas restrictivas para el acceso de vehículos a determinadas zonas turísticas, no solo por el caos genera, sino por los problemas medioambientales que suponen para el patrimonio natural. Es decir, los motores de combustión de gasolina o diesel están condenados a desaparecer.
Pero, sin perjuicio de reconocer las bondades de las iniciativas expuestas, desde CECU, como representantes de los consumidores creemos que con carácter prioritario y de forma decidida debe apostarse por el transporte público, y eléctrico. No es sostenible medioambientalmente hablando que todos –ni siquiera muchos- tengamos un vehículo propio, aunque sea eléctrico. La fabricación de estos vehículos no deja de ser una actividad industrial que requiere de un gran consumo de energía, agua, extracción recursos naturales y otros materiales (caucho, aluminio, hierro, plástico, plomo, cobre, platino, litio, paladio, etc.), también para los recambios que utilizarán a lo largo de la vida útil del propio vehículo y su final eliminación, reciclaje o reutilización. Además, a día de hoy, gran parte de la electricidad que consumimos y, en consecuencia, el propio vehículo, depende de recursos fósiles (petróleo, carbón y gas).
Las ciudades no dan más de sí, están tomadas por los vehículos, se diseñan en base a estos y no pensando en su habitabilidad para las personas. Son territorio hostil. Muchas veces se hacen más kilómetros para buscar un aparcamiento que la distancia real que hay hasta el lugar de trabajo o destino, gastando tiempo y combustible innecesarios. También los entornos naturales turísticos están sufriendo la colonización del vehículo privado de combustión degradando y contaminado su ecosistema. Por todo ello creemos que es necesario avanzar hacia un modelo de movilidad diferente basado en el transporte público y en la sostenibilidad. ¿Cómo lo hacemos?
1. Mejorando su imagen.
2. Mejorando las rutas y coordinando enlaces, horarios e itinerarios afines de los distintos tipos de transporte.
3. Incrementando la velocidad de los carriles de transporte público (bus VAO) incluidos en las vías de acceso a las grandes ciudades.
4. Impulsando la coordinación para crear rutas alternativas en caso de saturación de vías.
5. Apoyando, desde la Administración, el coste del transporte público. En muchas ocasiones los precios son disuasorios.
6. Incrementando la oferta de transporte público en zonas turísticas, tanto en las ciudades como en los espacios naturales.
7. Apostando por el transporte público eléctrico en el caso de autobuses y autocares.
8. Apostando por la energía eléctrica procedentefuentes de energía renovable.
Cambio al coche eléctrico sí, pero fomentemos el transporte público que será el transporte del futuro.
Antonio Pomares
Miembro de la Junta directiva de CECU
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1https://elpais.com/politica/2016/11/23/actualidad/1479905871_541192.html