Una situación que genera importantes perjuicios económicos a los consumidores y que, sin embargo, pasa desapercibida para la administración, que no sólo no pone medidas para que esto no suceda, sino que hace oídos sordos a esta situación y a las sucesivas advertencias al respecto que viene realizando la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) al menos desde 2012 (cuando ya comentó el llamado efecto cohete-pluma por el que la subida del petróleo se traduce rápidamente en la gasolina, mientras que las bajadas se trasladan muy lentamente).
Si bien la subida del IVA de 2012 y los tipos de cambio influyen en el precio final de los combustibles, es obvio que la capacidad de descenso de los mismos en el precio de venta al público es mayor. No es comprensible que el precio del petróleo haya bajado más del 40% en el último año mientras que las gasolinas apenas se han reducido unos céntimos en un sector de gasto tan importante para cualquier familia.
Por ello, CECU vuelve a exigir una reducción sustancial del precio final de los carburantes. Una rebaja que se refleje de manera clara en el precio final y que permita a las familias beneficiarse en alguna medida de la actual coyuntura de este mercado. Asimismo, CECU insiste en la necesidad de que el Ministerio de Industria utilice y responda con decisión a los sucesivos informes de la CNMC que ahondan en la falta de transparencia del sector energético de nuestro país, tomando medidas para impedir los perjuicios que la falta de una competencia real generan en los ciudadanos.