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Comunicación

Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos para garantizar la alimentación

Hoy 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, este año bajo el lema “Reducir la pérdida y el desperdicio alimentario: actuar para transformar los sistemas alimentarios”. 

Según datos de Naciones Unidas, en el mundo “aproximadamente el 13 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista” y “en torno al 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor”. En un contexto en el que entre “691 y 783 millones de personas padecieron hambre en 2022”, es urgente adoptar medidas para evitar que el 30% de los alimentos que se producen terminen perdiéndose. Además, supone una gran pérdida de recursos que han sido utilizados para la producción de estos alimentos, así como económica. 

En el caso de España, según datos ofrecidos por Luis Planas, Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, cuando presentó el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, en España se produce una pérdida del 20% de los alimentos por ineficiencia de la cadena alimentaria, siendo un 40% en la venta al por menor o en los hogares. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en los últimos años, ha centrado sus esfuerzos en hacer seguimiento del desperdicio de alimentos originado por las personas consumidoras, dentro y fuera de los hogares, a partir del Informe del desperdicio alimentario en España (última publicación con datos de 2022).  

Sin embargo, CECU consideramos que hay que mirar más allá de los datos que afectan directamente a las personas consumidoras. Para poder poner soluciones reales, hay que analizar adecuadamente qué pérdidas suceden en cada parte de la cadena alimentaria, por qué motivos suceden y qué conexión hay entre los diferentes eslabones. El esfuerzo de cuantificación que ha realizado el Ministerio dentro y fuera de los hogares, debe ampliarse a toda la cadena alimentaria, analizar causas y, con ello, proponer estrategias de prevención y mitigación. 

Actualmente, en España tenemos un proyecto de ley acordado por casi todo el arco parlamentario que se quedó paralizado por la convocatoria electoral. En Europa, se ha iniciado el proceso para alcanzar un marco legislativo comunitario. Como vinimos identificando en el proceso de desarrollo legislativo nacional, es fundamental no solo que se aprueben estas leyes, sino que se haga de forma ambiciosa, con un enfoque global y con la implicación directa de las administraciones públicas en: 

  • Cuantificar las pérdidas y desperdicio en toda la cadena. 
  • Realizar un análisis de motivos y desarrollar mecanismos reducción del desperdicio alimentario, siendo la prevención la prioridad. 
  • Apoyar a los diferentes agentes de la cadena alimentaria en la aplicación de dichos mecanismos de prevención y reducción del desperdicio. 
  • Incorporar obligaciones de actuación para los diferentes agentes de la cadena alimentaria. 
  • Desarrollar campañas de sensibilización.